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Desde que estaba en noveno grado colecciono la revista Vogue Latam. No estoy suscrita para recibirla en la casa porque salir a comprarla se me convirtió en un ritual poco eficiente, pero al que le he cogido cariño. También compro las extranjeras cuando puedo y en total ya tengo tantas ediciones en mi cuarto que me va a tocar sacar la cama.
Años después de consolidarme como una fiel lectora empecé a tapar con los dedos el nombre de la casa de modas sobre las fotografías y a tratar de adivinarlo. Es un juego con el nivel de interacción social que más me gusta y se puede convertir en la versión para adultos de 'Adivina Quién' con sólo preguntar: "El diseñador tiene bigote?", "El diseñador usa sombrero?", "El diseñador tiene el pelo blanco, gafas oscuras, corbata negra y camisa blanca? Es Karl!". El fundamento del juego es mucho más ciencia que arte, pues la moda utiliza símbolos en clave a través de los cuales se crean significados superiores, y esos significados superiores están ligados a las marcas más sustanciosas. Así un vestido con malla y líneas rectas es el sporty chic de Alexander Wang, o un rojo Valentino es como si el mismísimo diseñador se hubiera inventado el color antes que la naturaleza. O Dior, que no necesita imprimir su nombre en los tantos vestidos reinventados a partir del New Look para llamarlos suyos. Así, los detalles de las prendas que desfilan en las pasarelas del mundo no son tendencias ni son literales, sino que hacen parte de un estilo y le dan a la moda un sentido figurado.
Cuando aparece el logo visible en las prendas, la historia es otra. Es muy fácil identificar la marca cuando te la dicen sin misterio, por ejemplo, si una prenda tiene un cocodrilo es Lacoste, si tiene una iguana es un overol de Ecopetrol. Un bolso de cuero con el monograma de Louis Vuitton, es Louis Vuitton, a menos que sea en cuerina en ese caso es Louis Buitton. En la moda rápida también hay marcas que le ponen un sello logotípico a su ropa, como Abercrombie, que a modo de clave encriptada siempre escribe sobre sus camisetas ABERCROMBIE en una tipografía filial de Comic Sans en tamaño 48.
Hace como 10 años (creo) era una tendencia ponerle la marca visible a todo, especialmente en marcas de retail. Así fue como Bebe imprimió sus cuatro letras en pantalones de terciopelo y les diría donde pero no quiero ser repetitiva. El año pasado (creo) la casa parisina de lujo Céline, imprimió su nombre en una camiseta blanca como si eso lo dijera todo, y en efecto, lo hacía. Pero el problema de usar la ropa como un lienzo para la marca es que el nombre haría parte fundamental del diseño, de una temporada o dos, y luego el nombre, como la prenda, como el tiempo...pasa. Esa camiseta blanca de Céline se regó como epidemia de lujo en el estilo de las calles de todo el mundo y ya muchas de sus dueñas están ofreciéndola a un precio bajo por eBay. En lo personal, no me gusta ser una valla ambulante y no me pondría un chaqueta que en la espalda dijera Nike o Moschino a menos que me pagaran. Si lo piensan bien es como un carro con el sticker de Herbalife en la puerta.
Las personalidades de la moda saben que es el diseño de las prendas y no su etiqueta lo que más le aporta al closet de un comprador. Menos mal, porque si no, seguiríamos sufriendo de ceguera marquillera, donde ni siquiera sabemos si una prenda nos gusta o no porque estamos cegadas por nuestra opinión de la marca. La ceguera marquillera es la misma que no deja comprar en Studio F, a pesar del exhaustivo y juicioso trabajo de investigación de tendencias que hacen desde hace un par de años, y la misma enfermedad ocular que hace que la gente se compre UNA VAINAS sólo por el nombre que tienen impreso:
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Zapatos Dior |
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Bolso Louis Vuitton |
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Camiseta Armani Exchange |
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Crocs Nike |
Cuando estés frente a tu closet, coge tus prendas con logotipos y tápalos. Hazlo con ese bolso Michael Kors sin el llavero de MK, al Longchamp sin el caballo de carreras en relieve, a esa camiseta ajustada de Hugo Boss, o a ese saco de capota de American Eagle. Si la respuesta es un no, hay que empezar a entender que las marcas son un referente mas no una garantía, y que cuando el diseño es relevante, la marca es lo de menos.
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