miércoles, 20 de agosto de 2014

Por mi gran culpa: Los Guilty Pleasures de la moda

Enrique Iglesias, María la del barrio, algún libro de autoayuda, Ben & Jerry's, Salserín con mucho swing, leer los status de los despechados en Facebook, High School Musical, el arequipe, 'Como perder un hombre en 10 días', la bachata, los esferos con plumas, Abba, Crepúsculo, en fin, la lista de placeres culposos es larga. Los anteriores son algunos de los resultados obtenidos en una encuesta anónima a mis amigos, a los cuales estaría dispuesta a vender por una suma de dinero considerable- mente pequeña.

Los 'guilty pleasures' no hacen referencia a cualquier cosa que nos guste, hay que ser selectivos con el término porque si a uno le gusta Pastor Lopez no dice que es un placer culposo, no señores, uno tiene que decir "Yo amo a Pastor Lopez y qué". Punto. Pero hay ciertas veces donde el 'Y qué' no aplica, como por ejemplo verse Juego de Gemelas cada vez que la pasan por televisión - no estoy hablando de mi, bueno? - En ese caso uno lo niega rotundamente. Los placeres culposos tienen que ser cosas que nos gusten pero que clasifiquen como anormales, impropias o incorrectas. Hay algunas que clasifican como todo lo anterior, como esta canción:



Aprovechando este momento íntimo de confesiones, y ya que hemos alcanzado ustedes y yo, esta confianza cibernética tan indestructible por el Wi-fi de Claro o quien sea, hablemos de los placeres culposos del armario.  Lo primero que se me vino a la cabeza fue este oso:



Oso doble además, el que me puse y el que hice. El primer Guity Pleasure de la moda son los sombreros absurdamente ridículos y el mejor lugar para pecar es Disneyland. Estas son las tendencias de Street Style que están vigentes:



La segunda debilidad que va en contra de los mandamientos de la Biblia de la moda, son los sacos con capota (hoodies) del novio. El guilty pleasure no es solo el saco en sí, sino el tener un novio que se vista de Hard Rock Café, eso sí que da culpa. Si utiliza gorra debajo de la capota el tipo ya es de otra especie, ya eso no va a funcionar. Lo único que a nosotras nos podría aliviar la culpa es si el saco huele a él y si eso implica automáticamente algo bueno.   

En tercer lugar están las piyamas anticonceptivas. Qué La Perla ni qué nada, el lujo verdadero es conseguir una piyama de piecitos después de los 12. Las piyamitas de seda y encaje no son nada al lado de una piyama holgada de osos que parece más un campo de refugiados. Hay puntos extra en culpa si la piyama incluye motivos de Bob Esponja o cualquier otro super héroe. También están las piyamas placenteras y culposas que son como túnicas blancas hasta debajo de la rodilla, son piyamas multitask: Funcionan como ropa de dormir, disfraz de espíritu y causal de divorcio. 3x1. No se hagan las que no les gusta esta promoción.

 

Este es el Look Book de la temporada: 
  





La cuarta posición es para el canutillo y la lentejuela, y el singular es un decir porque en este placer culposo, uno nunca es suficiente. A este guilty pleasure de la moda lo acompaña otro musical: Gloria Trevi cantando "Y mire la noche y ya no era oscura era de... lentejuelas". El brillo es un deseo muy primitivo y lo usamos a veces en el campo de batalla para cegar al enemigo, pero siempre hay alguien que se excede y lleva las lentejuelas formando la palabra BEBE en alguna prenda. A partir de ese momento solo podrá transitar por las calles de Pereira. A pesar de todo, a quienes que sabemos llevar este placer culposo, cuando nos pregunten cuál es nuestro color favorito, diremos que es el brillante.





Ni trabajamos en granjas, ni somos recreacionistas en Mi pequeña travesura, ni estamos construyendo una casa o disfrazándonos de Mario Bros, sólo estamos usando un overol. Es un placer culposo con todas las letras y aunque esté bien ejecutada la idea, siempre parecerá que necesitamos asistencia para ir al baño. 





Carrie Bradshaw declaró en un episodio de Sex in the city, su desaprobación rotunda a las scrunchies en público. Scrunchie es el anglicismo para lo que se conoce acá como la 'bamba', un placer tan culposo que no tiene acto de contrición. Famosa a finales de los 80's y principio de los 90's, la scrunchie tuvo grandes pantallazos en televisión en programas como Salvado por la campana y Full House. 

 

Personalmente no son lo mío, lo mío es estar despeinada, pero admito que las scrunchies están haciendo un  retorno muy fuerte este año, y quién nos dice lo contrario, puede que llegue el día en que sean el accesorio más chic otra vez. Como primer indicio, está la campaña de este año de la marca coincidencialmente cerca a la quiebra, American Apparel, con un mensaje muy sutil y escondido sobre las 'bambas':




Este post parece no tener fin. En mi lista siguen los corbatines y las tirantas, los hombres con corbatines y tirantas,  lipsticks y brillitos en cantidades y variedades mórbidas (A girl can never have too many lip glosses), los pantalones de yoga que nunca han ido a yoga, los tutus y las tiaras, usa medias de rombos tipo papá (quizás uno de los mayores placeres de la moda), el Wonder Bra, los bigudíes, entre otros. Pensándolo bien, todas las prendas y accesorios de este mundo podrían ser un placer culposo sin una tarjeta de crédito amparada. Pero bueno, yo puedo vivir con esa culpa.  

A todos los que en algún punto se sintieron identificados con este artículo: Tres Padres Nuestros y un Ave María. Podéis ir en paz.






1 comentario:

Anónimo dijo...

Conozco a alguien que siempre ve Juego de Gemelas y me sentí algo identificada con la pijama/causal de divorcio